Pienso–después de leer mucho acerca de-, que Borges no quiso el Nóbel. Renuncia cuando decide venir a Chile (lugar que apreciaba por la cercanía con María Luisa Bombal), y a pesar de recibir una llamada telefónica advirtiéndole el riesgo.
Me he preguntado por qué, si la mayor parte de los escritores desean el reconocimiento, más aún si éste es internacional. Arriesgarlo por Chile, un país pequeño que ni siquiera tiene demasiados lectores. Raro ¿no?
Tal vez él lo resumió en esta frase: "Lo importante es la hombría de bien, ser un caballero que no sacrifica lo que piensa por un premio".
El mayor tributo que puedo darle es compartir sus versos, la eternidad de sus palabras, lo que realmente quedará en el tiempo.
ELOGIO DE LA SOMBRA
La vejez (tal es el nombre que los otros le dan)
puede ser el tiempo de nuestra dicha.
El animal ha muerto o casi ha muerto.
Quedan el hombre y su alma.
Vivo entre formas luminosas y vagas
que no son aún la tiniebla.
Buenos Aires,
que antes se desgarraba en arrabales
hacia la llanura incesante,
ha vuelto a ser la Recoleta, el Retiro,
las borrosas calles del Once
y las precarias casas viejas
que aún llamamos el Sur.
Siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas;
Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar;
el tiempo ha sido mi Demócrito.
Esta penumbra es lenta y no duele;
fluye por un manso declive
y se parece a la eternidad.
Mis amigos no tienen cara,
las mujeres son lo que fueron hace ya tantos años,
las esquinas pueden ser otras,
no hay letras en las páginas de los libros.
Todo esto debería atemorizarme,
pero es una dulzura, un regreso.
De las generaciones de los textos que hay en la tierra
sólo habré leído unos pocos,
los que sigo leyendo en la memoria,
leyendo y transformando.
Del Sur, del Este, del Oeste, del Norte,
convergen los caminos que me han traído
a mi secreto centro.
Esos caminos fueron ecos y pasos,
mujeres, hombres, agonías, resurrecciones,
días y noches,
entresueños y sueños,
cada ínfimo instante del ayer
y de los ayeres del mundo,
la firme espada del danés y la luna del persa,
los actos de los muertos,
el compartido amor, las palabras,
Emerson y la nieve y tantas cosas.
Ahora puedo olvidarlas. Llego a mi centro,
a mi álgebra y mi clave,
a mi espejo.
Pronto sabré quién soy.
(La foto es de agencia reuters ¿no es una belleza?)
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