Durante algún tiempo la comunidad cristiana que frecuento (para algunos Iglesia, Capilla, Casa de Oración o Templo), realizó una serie de encuestas por la comuna a fin de recibir peticiones de oración de sus habitantes. Cuando más se conoce una ciudad es cuando oras por ella, caminando sus calles y deteniéndose en cada puerta, observando los detalles de sus jardines, las rosas, los crisantemos o las apapeladas buganvillas con su etérea perfección. Cada casa es un mundo secreto cultivado con esmero, construido año a año con el azadón, pala, un poco de agua y una “mano verde”. Casas con jardines interiores, con graciosos bonsái o patios que guardan antiguas historias de infancias felices; algunos aseguran que Santiago es una ciudad fea, antiestética, sucia y estresante. Los que así opinan no conocen esta ciudad. Ni su corazón de belleza perfumada. Ni sus diminutos espacios donde sueñan ojos inocentes, que tal vez un día lleguen a gobernar la urbe. Es verdad, San