
Los agnósticos adjudican a esa especie de angustia que a veces nos asalta a la conciencia religiosa y a la promesa de una vida eterna. “¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”, gritaba el Apóstol Pablo.
“Para todos tiene la muerte una mirada”, escribe Pavese.
“Y la muerte no tendrá señorío…” sueña Dylan
Se nos enseña cómo vivir.
Poco a morir.
Alguna vez escribí:“Cómo vives y cómo mueres hace la diferencia entre la nobleza y la vulgaridad; entre lo inmortal y lo perecedero” (si deseas leerlo aquí va).
Entre las muchas alegrías, las huellas de sangre en mi vereda me entristecen.