
De una cosa estoy convencida: Un avivamiento es tan necesario hoy como lo fue ayer.
Hace 100 años los pentecostales (como movimiento histórico) no existían.
Previo a todos aquellos sucesos, había una iglesia fiel que buscaba la presencia de Dios en la continua lectura del libro de Los Hechos, la oración ferviente y la constante demanda de la promesa: “Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán. Vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños, y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu y profetizarán".
¿Dónde nace el pentecostalismo contemporáneo? Unos dirán que con el movimiento de Santidad; otros con el pastor Dowie, con Charles Fox Parham o con William J. Seymour. En Kansas, en Azusa, en Valparaíso, en India.
¿Tiene importancia dónde empezó? Lo esencial es que sucedió y ese patrimonio de fe podemos decir que es nuestro; pocas iglesias dicen hoy que NO necesitan el Espíritu Santo.
Con o sin “glosolalia”.
¿Qué creen los pentecostales?
Fundamentalmente que la Biblia es la Palabra inspirada por Dios.
La salvación por la gracia de Dios y recibida por fe.
Una vida de santidad.
La obra sanadora de Jesús operando hoy a través de su Espíritu Santo.
El bautismo (inmersión) en el Espíritu Santo y su poder fluyendo en forma constante en la vida del cristiano.
La restauración de los dones del Espíritu, incluyendo el hablar en otras lenguas como una expresión de alabanza, adoración y a veces de profecía.
La libertad del Espíritu para obrar soberanamente.
Se sostiene que en el mundo evangélico, 8 de cada 10 son pentecostales. En Chile todavía se nos llama “canutos”, ya no tan peyorativamente como a nuestros padres.
La foto:Ilona Wellmann
La Palabra:
“Oh Señor, he oído lo que se dice de ti y temí. Aviva, oh Dios, tu obra en medio de los años, en medio de los tiempos házla conocer.” ( Habacuc).