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Adios Verano, bienvenido Otoño.

Hace algunos de años, conocí a Jonás. Un bello muchacho que amaba la poesía y ansiaba vivir según el código de un poeta.

Código no escrito, por cierto.

(Tal vez lo esté logrando, aun en un país que se vuelve cada día más materialista; sólo un espíritu valiente se atreve a tanto.)

Gracias a él descubrí a Pedro Prado. Literalmente me obligó a comprar su Antología, "no te arrepentirás", me dijo; "es lejos el mejor escritor chileno".

Los poetas hacen mejor nuestra vida; nos dignifican como pueblo, nos muestran la escondida belleza de cosas insignificantes.

Durante un buen tiempo he guardado este libro de tapa gris (salvado de las amiguis que me piden prestado), preservándolo del polvo y los cambios de casa.

Y en honor a este otoño que se nos viene, a paso lento y silencioso, les transcribo un trozo de “Los pájaros errantes” (del libro homónimo):

“Era en las cenicientas postrimerías del otoño, en los solitarios archipiélagos del sur.

Yo estaba con los silenciosos pescadores que en el breve crepúsculo, elevan las velas remendadas y trasparentes.

Trabajábamos callados, porque la tarde entraba en nosotros y en el agua entumecida.

Nubes de púrpura pasaban, como grandes peces, bajo la quilla de nuestro barco. Nubes de púrpura volaban por encima nuestras cabezas. Y las velas turgentes de la balandra eran como las alas de un ave grande y tranquila que cruzara, sin ruido, el rojo crepúsculo.

En el lejano horizonte del sur, lila y brumoso, alguien distinguió una banda de pájaros.

Cuando comenzaron a cruzar sobre nuestros mástiles, oímos sus voces y vimos sus ojos brillantes que de paso, nos echaban una breve mirada.

Rítmicamente volaban y volaban unos tras los otros, huyendo del invierno hacia los mares y tierras del norte.

Perdidos en la sombra, escuchábamos el canto de los invisibles pájaros errantes.

Ninguno de ellos veía ya a su compañero, ninguno de ellos distinguía cosa alguna en el aire negro y sin fondo.

Hojas a merced del viento, la noche los dispersaría.

Mas no; la noche, que hace de todas las cosas una informe oscuridad, nada podía sobre ellos.

Los pájaros incansables volaban cantando, y si el vuelo los llevaba lejos, el canto los mantenía unidos.

Durante toda la fría y larga noche del otoño pasó la banda inagotable de las aves del mar.

En tanto, en la balandra, como pájaros extraviados, los corazones de los pescadores aleteaban de inquietud y de deseo."

La foto:
chiloéweb

Un sitio recomendado:
http://alemama.blogspot.com

La Palabra:
Tú, oh Dios, eres mi rey desde tiempos antiguos;
tú traes salvación sobre la tierra.
Tú hiciste que brotaran fuentes y arroyos;
secaste ríos de inagotables corrientes.

Tuyo es el día, tuya también la noche;
tú estableciste la luna y el sol;
trazaste los límites de la tierra,
y creaste el verano y el invierno.

(Salmo de Asaf)

Comentarios

AleMamá dijo…
Gracias por recomendar mi sitio, amorosa...¡y también me gusta el otoño! me inspira, parece, me lo he pasado posteando y me sobran ideas, ojalá no latee a mis amigos/as

Oye, ¡qué belleza de trozo de Pedro Prado nos has regalado! Me permitiré copiarlo como comentario en mi post:
Navegando voy en mi bote

Buen dato para considerar...mmmmh Pedro Prado.....está bueno :)

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