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Mostrando las entradas de marzo 24, 2006

Me he reconciliado con el cine.

Fuimos a ver Old Boy. No sé por qué me tincó y aquel día desastroso (no fue para nada un día feliz), martes de entradas rebajadas, invité al hombre que amo (sí, pues, “a nadie le falta Dios”, también puedo invitar, aunque sea al cine, con naranjitas confitadas, obvio) a la que –según la crítica- era una de las mejores películas de la temporada. Mala no era. Peor; "inveible" (no me pregunten por la real academia de la lengua). A los 15 minutos ya me quería salir de la sala. La mayor parte estuve con los ojos cerrados; la violencia a ese grado me descompone al punto de las náuseas. Mala elección, dije, lamentando los pesos gastados, aunque las naranjitas estaban de miedo. La crítica de los periódicos a veces anda bien perdida. Pero hoy me reconcilio con el cine, mirando La marcha de los pinguinos. Es lejos una belleza; la vida, la sabiduría, la protección de los padres, la fuerza para soportar, el amor; todo apunta a mostrarnos el valor que la naturale