ilonawellmann Hay algo de maravilloso en cualquier plaza de juegos ubicada en el centro de alguna población periférica. Una plaza menesterosa si se compara con las especialmente jardineadas de Providencia o Ñuñoa, abundantes en prados verdísimos e históricos y enormes árboles. La plaza donde camino este domingo exhibe apenas un balancín, un columpio y un resbalín, un prado irregularmente regado, tal vez por los propios vecinos y más allá unas barras que asemejan carreras de obstáculos. A su alrededor se reúnen las madres con mirada vigilante y conversan entre ellas en voz baja; algunas tejen sin apuro pequeñas prendas que harán más cálido el invierno que ya nos saluda en las tardes, anunciando su venida. La brisa huele a hojas secas; pronto la plaza quedará abandonada; los chicos volverán a inclinarse en sus pupitres con más o menos deberes y hábitos que tienden a mejorar su educación; los padres regresaran a sus trabajos y a la rutina; las madres a la teleserie favor
" Escribe las cosas que has visto, las que ahora están sucediendo y las que sucederán después, en el futuro." (libro de Apocalipsis)