
Crecí con la radio.
Mi infancia estuvo llena de música y palabras que apenas recuerdo a través de un aparato bastante anticuado, nada que ver con los modernos equipos –debería decir equipazos- que se pueden adquirir hoy a no tan alto costo.
Recuerdo cuando oí por primera vez a Germán Gamonal, un tipo fuera de serie.
Y a Bonvallet, “casi se me cae el pelo”, era algo inaudito pero fascinante, con una mezcla rara, entre vergüenza y curiosidad.
Luego me hice adicta.
Recuerdo a De la Parra en la Duna con Puro Cuento. Inolvidable.
Y la clásica Terapia Chilensis.
O la gran variedad de música cristiana de Armonía, una de las primeras emisoras evangélicas.
Jamás imaginé que estaría detrás de un micrófono. Es una experiencia increíble, mucho, mucho más interesante que ser aficionada a escucharla.
3 comentarios:
Hey, yo también trabajo en una radio. Es una radio comunitaria de mi iglesia. Es super entretenido. Llevo cuatro años haciendo un programa para niños los días domingos.
Yo tampoco imaginé que algún día estaría ahí, aunque desde que empezamos con la radio me llamó mucho la atención.
Saludos cordiales.
Toda una nueva experiencia..
sigue contandonos, a medida que haya novedades...
déjanos participar de este nuevo camino oque recorres ¿si?
Sip, me ha encantado. Es emocionante, pero igual me da nervios.
Gracias Alex, gracias Ecazes por sus palabras de ánimo.
Publicar un comentario