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Mostrando las entradas de abril 4, 2006

Esto no es una despedida.

Lo único que supera la creación de un hijo en el vientre de la madre es la resurrección de Jesucristo después de descender a lo más profundo del abismo . Es tan natural que un hijo nazca, tan cotidiano casi, que perdemos la capacidad de asombro frente al milagro de la vida. Pero, aun cuando se engendren millones de niños, para una madre cada bebé es único en el mundo. Hay un lazo indestructible que nos une. Tiempo, distancia, penas, muerte, nada puede en contra de ese amor que va creciendo, simultáneo al crecimiento del vientre y el tesoro que contiene. ¿Hay algo más bello que una mujer “en estado” de gracia? Un hijo sabe que su madre le perdonará todo; que lo amará por sobre sus propias debilidades. Sabe que la madre es el hogar donde siempre puede regresar sin aviso. La puerta estará siempre abierta, los brazos dispuestos, la mesa preparada, el amor incondicional. Todo se puede caer; muchas cosas cambian a lo largo de la existencia . El amor de una madre no morirá.

¿Peligro?

Bernard Goldbach Dice una revista norteamericana que este monumento está en peligro de extinción. ¿Corremos los cristianos evangélicos-pentecostales-carismáticos el mismo peligro?

Al comenzar Abril (parte III)

De una cosa estoy convencida: Un avivamiento es tan necesario hoy como lo fue ayer. Hace 100 años los pentecostales (como movimiento histórico) no existían. Previo a todos aquellos sucesos, había una iglesia fiel que buscaba la presencia de Dios en la continua lectura del libro de Los Hechos, la oración ferviente y la constante demanda de la promesa: “ Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán. Vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños, y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu y profetizarán". ¿Dónde nace el pentecostalismo contemporáneo? Unos dirán que con el movimiento de Santidad; otros con el pastor Dowie, con Charles Fox Parham o con William J. Seymour. En Kansas, en Azusa, en Valparaíso, en India. ¿Tiene importancia dónde empezó? Lo esencial es que sucedió y ese patrimonio de fe podemos decir que es nuest