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El jardín.

Siempre me reí de esa imagen idílica que nos presentaba la tv. cuando éramos niñas.
Un marido al que no se le movía un pelo, un perfecto gentleman; una casita rodeada de un florido jardín y en las ventanas las primorosas cortinas de frivoliteé o algún encaje más barato, con tules y vuelos al por mayor, elaborados con esmero por la dueña de casa.

Y el jardín.

La pequeña dama dejaba su piel, los dedos y las uñas plantando rosas, jazmines, menta, paico, abutilones, flores del paraíso…ad eternum.

Dice un adagio popular “nadie sabe para quien trabaja”. Alguien plantó para mí, gastó su vida en esta belleza de jardín que disfruto en las tardes de verano cuando, sentada debajo de una parra, bebo mi jugo de frutilla.

También yo contribuyo a esta obra; un jardín siempre es una obra inconclusa, invariablemente hay que limpiar, desmalezar, renovar. A poco que me estoy pareciendo a ese popular protagonista de la película El Jardinero (o Desde el Jardín), donde el genial Peter Sellers se luce (él se destacaba en todo) y de paso nos deleita con su sabiduría de hortelano.

Vivo en esta casa con jardín.
Sip. Nunca hay que reirse de lo que no se conoce (confieso mi falta y la reparo).
Cultivo rosas, este año aprendí a podarlas (reconozco que me atreví por el consejo de un amigo al que desde aquí le doy las gracias) y florecieron bastante generosas, espero que el año próximo me resulte mejor.

He aprendido a gozar de este espacio sagrado evitando el tráfico de Santiago, el bullicio, las palabras descomedidas o el comentario malicioso. El jardín se llena de perfumes, belleza, prodigalidad…sin pedirme nada más que un poco de agua.

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Los colores de Septiembre.

"¡Mira, el invierno se ha ido, con él han cesado y se han ido las lluvias! Ya brotan flores en los campos; ¡el tiempo de la canción ha llegado! Ya se escucha por toda nuestra tierra el arrullo de las tórtolas. La higuera ofrece ya sus primeros frutos, y las viñas en ciernes esparcen su fragancia." Todos los colores nos invaden y nos dejamos penetrar por la belleza. ¿Por qué no disfrutar la primavera? (Los versos: Rey Salomòn. La foto de :Thomas Briggs)
 

Temuco.

Dije que empezaría por el principio. Cuando todavía lloras lágrimas sin estrenar el corazón. Y empecé a escribir sobre mi abuela Juanita, una mujer extraordinaria, mujer de coraje, de fe; he conocido pocas de esa calidad. Indudablemente, no tengo ni un mérito al referirme a ella, mas bien una especie de asombro de haberla conocido. Sin embargo, debo confesarlo, me cuesta recordar el pasado. Es tan precioso este presente, tan exuberante, tan…casi no tengo calificativos para definirlo con precisión. Me gusta este tiempo. La eternidad de este momento, mientras, sentada frente al PC escribo y trato de recordar y pienso en ti, imagino un rostro, una mano moviendo el mouse, unos ojos leyendo estas letras. ¿Hay algo más fantástico que encontrarse con lector@s (para una escritora rudimentaria como yo) en un punto del universo y tener una conjunción de pensamiento? Tal vez eso suceda cuando ni siquiera esté viva. Esta noche ha llovido. Hay en el aire una frescura nue