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Con pasión (parte II)

Algunos aman el color rojizo de los atardeceres.

Otros el olor a sopaipillas pasadas en caramelo.

O el asado a la parrilla, aroma que invita a todo el barrio ( virtualmente).

García Márquez sostiene que no puede escribir si no tiene flores amarillas sobre el escritorio.

O aquel que en un arranque de pasión se cortó la oreja.

O el que se lanzó a las aguas y caminó sobre ellas.

Es extraño que a unos le sobre pasión, ganas, ímpetu, deseo y otros no estén “ni ahí” con nada. “Sangre de horchata”, escuché una vez, como una dura ofensa, tú sabes, esos epítetos que usamos los evangélicos son a veces hasta un poco divertidos, “incircunciso de corazón”, “cabeza de pajarito”, “carnal”, “inconverso”, “mundano”, “mente virgen” “descarriado”, etc.

Es la pasión que mueve el mundo; lo transforma, lo enceguece, lo ilumina, lo impulsa hacia el bien o hacia el mal, al borde de la locura o a la cumbre del auge más magnánimo. Los gobiernos pueden caer en los hoyos más perversos o sacudir las miserias a punta de creatividad y empeño.

Los seres humanos destruyen lo que más codician, por pasión. Por ese sentimiento que no admite indiferencia; por el contrario, sólo es fuego, hielo, vida bullente o muerte trágica. Los titulares cada día nos muestran seres, anodinos en apariencia, de pronto algo despierta en ellos un minuto de furia y paroxismo con resultado de violencia tal que suena incomprensible.

El indiferente no va con la pasión. Menos el apático, echado en su sillón esperando cualquier cosa de la tv.

¿Hay algo más triste que una sociedad desapasionada, sin ideales ni ganas de cambios?

La frase:

Hegel sostiene "nada grande se ha construido en el mundo sin pasión".


El poema:

Canción de amor.

Si te estuvieras ahogando, acudiría al rescate,
te envolvería en mi manta y serviría té caliente.
Si fuera un comisario, te arrestaría
y te mantendría en una celda bajo siete llaves.
Si tú fueras un ave, batiría un récord
y escucharía toda la noche tu trinar de tono agudo.
Si fuera un sargento, serías mi recluta,
y, muchacho, te aseguro que amarías el ejercicio.
Si tú fueras china, aprendería la lengua,
quemaría mucho incienso, usaría vestiduras raras.
Si tú fueras espejo, me abalanzaría al baño de damas,
te daría mi lápiz labial rojo y te empolvaría la nariz.
Si tú amaras los volcanes, yo sería lava,
incansablemente eruptando de mi oculta fuente.
Y si tú fueras mi esposa, sería tu amante,
porque la iglesia se opone tenazmente al divorcio.


Joseph Brodsky

La foto:
reusters

Comentarios

Aeronauta dijo…
Las pasiones son neutras pero jamás indiferentes: depende cómo las uses es lo que las hace buenas o malas. Por ejemplo: el Señor tomó un azote y echó a los mercaderes del templo con una ira ( pasión) justa por el atropello a la casa de su Padre. En cambio echar el auto encima con la misma ira, ya no es justo por desproporcionado.

Las pasiones realmente mueven al mundo y a ti y a mi nos mueve mucho la pasión por Cristo Nuestro Señor...¡que pasión más justa, ¿no?

Saludos

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