25.8.06

Leyendo a Salomón.

Con bastante temor me animo a parafrasear a Salomón, desde las constantes lecturas en el tiempo. Ruego seas benevolente por esta osadía de mi parte. Y si hay algo que se pueda mejorar, bienvenido sea.

“Esto es incomprensible dijo el Enseñador, mientras más lo pienso, más lo encuentro absurdo, ¡todo está sujeto a la fragilidad!

¿Qué provecho saca el hombre de afanarse tanto en esta vida?

Una generación nace y muere, luego otra, pero la tierra subsiste desde tiempos inmemoriales, indefinidos.

Hoy salió el sol y se ocultó en el horizonte; tal vez mañana las nubes no lo oculten, siempre el sol está ahí, haya chubascos o resplandezca sobre la tierra seca.

Y la brisa, ¡ah, esa deliciosa brisa o el amenazador huracán!, sin cesar van girando de continuo en círculos, hacia el Sur, hacia el Norte, jamás se cansan de deslizarse en el espacio.

Por otra parte, los ríos, esos torrentes invernales van a dar al mar, pero el mar jamás se sacia. A su punto de origen regresan los ríos, para de allí volver a fluir.

Todas las cosas hastían más de lo que es posible expresar. No se sacian los ojos de ver, ni se hartan los oídos de oír.

Lo que ya sucedió volverá a acontecer; lo que ya se ha hecho se volverá a hacer ¡y no hay nada nuevo bajo el sol!

¿Existe alguna cosa de la cual se pueda decir: “¡Mira que esto sí es una novedad!”?

Eso ya existía en siglos anteriores, entre aquellos que nos precedieron.

Nadie recuerda a los primeros hombres, como nadie se acordará de los últimos. ¡No hay memorial suficiente para todos nosotros entre las futuras generaciones!

Yo, el Maestro, reiné en Jerusalén sobre Israel.

Y me dediqué de lleno a explorar e investigar en conciencia todo cuanto se hace bajo el cielo. ¡Ardua tarea para un simple ser humano. El resultado fue abrumador!

He observado todo cuanto se hace en esta vida, y todo ello es absurdo, ¡es correr tras el viento! Ni se puede enderezar lo torcido, ni se puede contar lo que falta.

Me puse a reflexionar: Aquí me tienen, engrandecido y con más sabiduría que todos mis antecesores en Jerusalén, y habiendo alcanzado todo cuanto se podía experimentar, dedicado de lleno a la comprensión de la sabiduría, y hasta puedo advertir con facilidad la majadería y la tontera. ¡Pero aun esto es como querer alcanzar el viento!

Francamente, mientras más conocimiento, más problemas; mientras más se sabe, más se sufre.” (Libro de Eclesiastés Cap. 1)



Fotografía de: Chen Xie para agencia AP.

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