Un galope de caballos anuncia la muerte de la primavera.
Es el primer sello que se abre.
Los árboles, ávidos de paz, miran la figura armada que pasa, toda blanca, como el sueño de las muchachas en la claridad del alba. Pareciera que hay esperanza en el cese del fuego, en las conferencias de prensa, las manos estrechándose en saludos y copas alzadas en brindis alegres. Las sonrisas presagian buenos tiempos.
Las armas de los acuerdos son las mismas armas de la guerra.
Toda batalla se inicia lenta, sigilosa, en silencio, como la noche más oscura que se anuncia en un inofensivo atardecer.
A menudo la fe en caballos blancos es frustrada por naciones que, al final, sólo encuentran un pálido remedo de la paz, en bárbaras ambiciones que jamás son satisfechas.
(La fotografía de Agencias AP, para Emol.com)
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