Soñamos con un lector perfecto.
Superior a nosotros.
Mejor aun que la propia lectura
de nosotros mismos.
Para él escribimos, aunque no exista.No podemos dejar de sentir
que se esconde detrás de ese silencio
que arrastran las palabras como una túnica partida.
Quizás si persistimos en este oficio desoladode elevar torres sin andamios,
el lector que no existe despierte alguna vez
allí donde el lector ya no es necesario
porque al final toda lectura se lee sola.
Decimocuarta poesía vertical, libro póstumo.
Roberto Juarroz (1925-1995)
2 comentarios:
DON rOBERTO TIENE MUCHA RAZON...
AL FINAL EL QUE LEE LEE, LE PUEDE GUSTAR O NO, LA DIFERENCIA ESTA EN LO QUE A MI ME GUSTA ESCRIBIR POR QUE SIN IMPORTAR LA OPINION DE MI LECTOR LO ESCRIBIRE IGUAL!!!!
¡Me encanta! de acuerdo, es exactamente lo que pienso, maravilloso. Me encanta la poesía también.
Publicar un comentario