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El desfile.

El día es claro, tan claro que hace la realidad casi transparente. Un sueño que ocurre frente a mi ventana, independiente y ajeno al ojo observador.

La brisa mece las pequeñas yemas de las rosas que pugnan por salir, quizá para mirar de cerca el desfile.

Todos -pequeños y adultos-, entrenan sus mejores trajes; la plancha hace maravillas con los ternos antiguos, un poco demodé. Otros se han esmerado, faldas bordadas, pantalones de buena factura, instrumentos musicales brillantes, sombreros de fieltro, trajes de huaso impecables.

Recuerdo con nitidez un poema de Rubén Darío ( ¿alguno de ustedes recitó a Darío en el colegio?). Algo así como:

"¡Ya viene el cortejo!
¡Ya viene el cortejo!
Ya se oyen los claros clarines.

La espada se anuncia con vivo reflejo;
ya viene, oro y hierro, el cortejo de los paladines..."

Uno a uno, en filas a lo ancho de la calle van pasando. La música llena el espacio, zampoñas nortinas, quenas, guitarras, muchas guitarras de sonido alegre, en realidad todos andan alegres, en especial los niños que disfrutan sus manzanas confitadas, algodones dulces y helados de sabores raros.

Los amigos saludan con sobriedad, alzando la mano desde lejos, temerosos de romper la formalidad del cortejo. Todos caminan acompasadamente muy serios. Me sigue pareciendo un sueño, tal vez porque desde mi ventana es sólo eso...un instante fugaz.

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Los colores de Septiembre.

"¡Mira, el invierno se ha ido, con él han cesado y se han ido las lluvias! Ya brotan flores en los campos; ¡el tiempo de la canción ha llegado! Ya se escucha por toda nuestra tierra el arrullo de las tórtolas. La higuera ofrece ya sus primeros frutos, y las viñas en ciernes esparcen su fragancia." Todos los colores nos invaden y nos dejamos penetrar por la belleza. ¿Por qué no disfrutar la primavera? (Los versos: Rey Salomòn. La foto de :Thomas Briggs)
 

Temuco.

Dije que empezaría por el principio. Cuando todavía lloras lágrimas sin estrenar el corazón. Y empecé a escribir sobre mi abuela Juanita, una mujer extraordinaria, mujer de coraje, de fe; he conocido pocas de esa calidad. Indudablemente, no tengo ni un mérito al referirme a ella, mas bien una especie de asombro de haberla conocido. Sin embargo, debo confesarlo, me cuesta recordar el pasado. Es tan precioso este presente, tan exuberante, tan…casi no tengo calificativos para definirlo con precisión. Me gusta este tiempo. La eternidad de este momento, mientras, sentada frente al PC escribo y trato de recordar y pienso en ti, imagino un rostro, una mano moviendo el mouse, unos ojos leyendo estas letras. ¿Hay algo más fantástico que encontrarse con lector@s (para una escritora rudimentaria como yo) en un punto del universo y tener una conjunción de pensamiento? Tal vez eso suceda cuando ni siquiera esté viva. Esta noche ha llovido. Hay en el aire una frescura nue